La casita

Ok, Llegó el día, y es como en la típica película de muertos vivientes: Rasguñan la puerta de la casa. Es tu vecina, que en vez de pedirte prestado el cargador del celular, querrá devorar parte de tu anatomía. ¿Qué harás? ¿Dispararle? ¿Pedirle que razone? ¿Rezarle a San Guchito? En estos casos, recuerda a Sun Tzú: evita la batalla que pudieras perder.


¿Qué hacer entonces? Vas al clóset a buscar tu parada, mochila, chaleco y Kit Médico de Emergencia Zombi. Para qué preocuparse, si todo está en su sitio. Podrás dispararle y podrás salir como alma que lleva el diablo.

¿Cierto?

La mitad de los sobrevivientes habrá pensado lo mismo, provocarán un embotellamiento de feriado a la salida de la ciudadela y los zombis harán su agosto. Para ellos será como pescar en un barril lleno de tilapias. Mejor es que esperes a tener la cabeza fría. Tómate tu tiempo, revisa el equipo de emergencia, haz algo de calistenia, quita la alfombra de “welcome” de la entrada y contacta a tu DreamTeam. Recarga tus artefactos eléctricos y baterías, almacena agua en todos los envases posibles y permanece atento a las noticias, pero en silencio. Pilas con el celular, los proveedores con más clientes serán los más congestionados. Se recomienda tapiar puertas y ventanas, pero en silencio, porque puede haber muertos vivientes rondando. Para eso deberás contar con herramientas y pericia que te permitan sacar las puertas interiores.

Sube a la planta alta lo que vayas a necesitar. Derriba o bloquea la escalera y quédate allí. Sigue el ejemplo de Sheldon Cooper, ten siempre una mochila básica a la mano. Guarda cinta adhesiva y unos cuantos pliegos de cartulina negra o pósters de Johanna Carreño para evitar que la luz alerte a otros de tu presencia en casa. Lo primero que hacemos al entrar a una habitación obscura es buscar la luz, así que debes quitar los focos para evitar encenderlos por acto reflejo. Asegura ventanas y puertas, verifica las rutas de escape y ten a la mano un combo para defensa o para derribar paredes y escapar.

Si los muertos vivientes ingresan a tus dominios, pídeles cortésmente que se retiren. En cuanto descubras que la educación es estéril, dispárales a la cabeza. Si estás desarmado y más vulnerable que de costumbre, ponte un pañuelo en la boca para que ahogue tus gritos de miedo y frustración cuando agarren a tu familia. Si nadie hace ruido, irán tras la vecina histérica de enfrente. Con suerte, habrá pocos infectados; tal vez unos diez o veinte, como en “[Rec]”. Ten paciencia y verás que todo se arregla. Si hay sangre en las calles, que sea de otros.

Probablemente el incidente ni siquiera llegará a la prensa y será transmitido solamente por Twitter, frikiblogs y YouTube. Quédate en casa, asegura todo,  escucha las noticias con audífonos y mantén el contacto con tu grupo.

¿Para qué apresurarse en salir, si ignoras el nivel de peligro?

Puedes estar seguro -pero jamás confiado- en una casa de cemento armado con muros exteriores altos, circuito cerrado, cercas eléctricas, trancas en puertas exteriores e interiores, rejas sólidas en ventanas, tumbados altos, cielo raso reforzado para esconderse y dormir, filtros purificadores de agua en cada grifo, cisterna y espacio en la terraza para que aterrice un helicóptero. Es mejor contar con huerto, plantas medicinales, internet satelital, hacha, extintores, cuerda, cordel, botiquín, Samsung Galaxy Tab con enciclopedias e información relevante, baterías de repuesto y pilas.

El mobiliario de MDF, cartón prensado, plywood y demás aglomerados, servirá para encender fogatas, pero resultará inútil para tapiar ventanas o improvisar armas. Las hamacas de red podrán usarse para detener momentáneamente a los zombis, el tiempo justo para ponerte a buen recaudo. Las alfombras en escaleras podrían incendiarse por culpa de algún bocabierta que pretenda prenderle fuego a los comecerebros. En cambio, a las escaleras con fórmica podrás ponerles aceite para complicarles la subida. Recuerda que cada segundo valdrá más que voto de Asambleísta independiente en elección empatada.

Si buscas nuevo hogar, toma en cuenta esos pequeños detalles. Busca de preferencia uno con local comercial para que vivas de las rentas y tengas provisiones a la mano el día que estalle el AZ. Para eso, el local comercial debes alquilárselo a quien quiera poner una tienda. De tener buen karma, tal vez te alcance el billete para un foso, panic room con pasadizos desde el sótano hasta la terraza y túneles de escape. Nunca está de más un gimnasio, videoteca, bodega llena de enlatados y semillas, clorificador, inodoro portátil, detectores de movimiento, paneles solares, telescopio, dirigible a control remoto con cámara, y combustible extra. Si te falta billete para tunear tu hogar, ponle el ojo a la casa más pelucona del vecindario y anima a sus propietarios a hacer los cambios pertinentes.

La noche antes del Censo 2010, miles de guayaquileños se volcaron a las tiendas y comisariatos a comprar de todo. En cuanto terminó el Estado de Excepción, volvieron a salir en hordas a los supermercados porque en su desesperación, habían olvidado comprar comida que sí les servía. Poco les faltó para llegar al canibalismo. Ese es un buen ejemplo de lo desorganizados que estamos y la poca preparación que tenemos para enfrentar un AZ. Revisa tu cocina en este momento. Puede que solo encuentres café, aceite, canguil, azúcar, sal, cervezas, fideos, margarina, y con suerte, una lata de atún.

Algunos compran enlatados para emergencias, que consisten en tener pereza de ir a la tienda. Si de repente, alguno de tus deudores se gana el sencillito y mata esa vieja culebra de la que ya ni te acordabas, aprovecha para comprar sardina, atún, fréjol, choclo, etc., pero en vez de consumir todo en una semana, reemplaza cada lata a la que des el vire. Para garantizar la disciplina, repón dos latas si abres una por flojera de ir al mercado. A diferencia del agua o los jugos artificiales, la cerveza puede permanecer almacenada durante meses sin echarse a perder, pero aun así, siempre es mejor contar con al menos al menos un par de bidones de agua de reserva y otras bebidas con tetrapack. En cuanto al gas, es mejor contar con un tanque extra.

Los estudios de mercado revelan que en cuanto esta Guía se convierta en Best Seller, los precios de todos los productos indicados aquí se incrementarán y propiciarán una espiral inflacionaria que hará saltar del gusto a la gente del Movimiento Cínico Madera de Garrotero, Suciedad Patética, Libertinos y #BestiasSalvajes. Es mejor que aproveches los precios bajos. Agarra el billete que tenía tu suegra bajo el colchón y gasta todo lo que puedas.

En una urbanización privada, solo estarás a salvo si los infectados se quedan afuera, las entradas son herméticas y los muros son tan altos como en The Gates. Las constructoras descartaron las rejas de seguridad en ventanas. En su lógica, son antiestéticas y resulta innecesario dañar la fachada si la ciudadela está amurallada. Tiene sentido, pero hay quienes hacen enrejados pelucones a precios convenientes, o podrás conservar el diseño con vidrios a prueba de balas, depende de tu billetera. Si vas a gastar tus fondos de reserva en eso o eres de los que se han beneficiado con contratos a millares surgir, asegúrate de que las rejas y puertas queden bien fijadas al resto de la casa. Bajo ninguna circunstancia aceptes trabajos de pacotilla.

Los eventos sociales o deportivos y reuniones de vecinos son ideales para sembrar la paranoia. Identifica a los más influenciables para asegurar una mayoría en caso de proceso electoral. Desde ya pongan enrejados más seguros e incrementen la altura de los muros. Los más convencidos deben ser quienes vivan cerca de los ingresos y tengan vehículos grandes para bloquear las verjas y evitar saqueos. Saquen el combustible para evitar explosiones. Dentro de la ciudadela solo debe haber unos cuantos incendios controlados para que los saqueadores piensen que ya está invadida.

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