El
gimnasio es sitio de asistencia obligatoria. ¿Podrías caminar kilómetros durante
semanas con el físico que te gastas? ¿Y cómo piensas hacer con la mochila,
armas, etc.? La desesperación cundirá en los corazoncitos de todos y solo
aquellos que consumen aceite de girasol podrán lidiar con las emociones
fuertes. Si a todas esas emociones le sumas carreras, mostros tratando de devorarte y violarte, zombis e incendios,
notarás que necesitas un corazón tuco.
De la carencia de cariño, comprensión y
ternura, ni hablar.
En este mundo de lujos como la Metrovía, taxis o carro propio, perdemos
perspectiva de lo lejos que está todo y el cansancio que implica caminar 50
cuadras con provisiones a la espalda. Dale
prioridad al ejercicio cardiovascular. Realmente es innecesario quedar como Rambo, pero la musculatura nunca está
demás, especialmente a la hora de escalar,
hacer barricadas, cargar heridos que luego puedas usar como carnada y dar
batazos letales. Si además practicas yoga,
tendrás potencial para el parkour.
Un
sobreviviente con la masa muscular de Superman
inspira más respeto que un alfeñique con pinta de Clark Kent. Recuerda que además de su uso práctico, los músculos
constituyen una barrera contra potenciales violadores y saqueadores. Las
mujeres tendrán más posibilidades de ser rescatadas si sus jornadas de pilates les dejan el rabito igual o
mejor que el de Gineth Moreno. Y
claro, si además hacen ejercicios que les permitan resistir largas caminatas,
escalar paredes y cruzar a nado el río Babahoyo.
Es recomendable que se operen las tetas. Aunque suene machista, le serán útiles
cuando necesiten un héroe morboso que las salve.
Si
te avergüenza ir al gimnasio, empieza en casa con ejercicios simples: camina,
sube las escaleras, ordena tu casa o pregúntale a tu esposa si quiere cambiar
de ubicación los muebles. Una vez que tu masa corporal deje de representar una
afrenta para quienes te ven, puedes ir al gimnasio. Solo allí tendrás el equipo
y la ayuda profesional que necesitas. Si tu personal
trainer insiste en burlarse de tu gelatinosa figura, llama al gerente.
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